Los awás conocen íntimamente la selva.
Cada valle, cada arroyo, cada sendero está inscrito en sus mentes. Saben dónde encontrar la mejor miel, qué árboles de la selva serán los próximos en dar frutos y cuándo se puede cazar.
Para ellos, el bosque es perfecto: no pueden imaginar que se pueda "desarrollar" o mejorar.
Pero las actividades de madereros y ganaderos han llegado a un punto crítico: casi el 30% de una de las Reservas Awá legalmente protegidas ha sido destruida.
Los bosques awá están desapareciendo más rápido que cualquier otro territorio indígena en Brasil.
Sokomo es mi tótem, que es un pájaro llamado "Sirere" en sengwer. Creo que es un milano en español. Estos pájaros son mi tótem: revolotean a mi alrededor para conseguir su parte de carne, que con gusto compartimos cuando la comemos.
Persona sengwer
Sengwer, Kenya
Nuestra forma de vida depende del bosque, tenemos el conocimiento para cuidarlo, no lo explotamos, sino que lo usamos de manera sostenible. Nuestra forma de vida tradicional es la conservación. Convivimos con la naturaleza y enriquecemos este bosque.
Persona sengwer
Sengwer, Kenya
El pueblo Sengwer es un pueblo indígena del noroeste de Kenia cuyo territorio ancestral es el Bosque Embobut.
Embobut lo es todo para ellos: su sustento, su medicina, la tierra donde están enterrados sus ancestros. Han protegido y enriquecido este bosque durante generaciones y, sin embargo, son expulsados de él en nombre de una “supuesta” conservación de la naturaleza, es decir, un colonialismo verde.
Los maoríes ven el mundo como un entorno donde toda vida es creada por Papatuanuku (Madre Tierra) y donde todas las cosas en la tierra están interconectadas. Protegen y cuidan el medio ambiente para las generaciones futuras (los recursos de la tierra, el mar y las vías fluviales) para que el bienestar de los humanos y otras especies perdure.
Como la mayoría de los pueblos indígenas, los maoríes fueron despojados de sus tierras y enfrentaron una política de asimilación forzada. Todavía tienen que lidiar con el racismo sistémico presente en la sociedad. Por ejemplo, más del 50% de la población presidiaria masculina del país es maorí.
Un estudio de 2021 mostró que el 93% de los maoríes en Aotearoa (nombre maorí para Nueva Zelanda) experimentan algún tipo de racismo a diario. En la década de 1980, menos del 5% de los escolares maoríes hablaban "te reo maorí". Para salvar su idioma y cultura, las comunidades maoríes establecieron escuelas preescolares y de inmersión maoríes. La segunda universidad más grande de educación superior en Aotearoa es ahora una institución maorí.
Podemos ver fuertes signos de un resurgimiento en el uso, la comprensión y el respeto del "te reo maorí".
El bosque de a los ayoreo de Paraguay está experimentando la tasa de deforestación más rápida del mundo.
Gran parte de su tierra ha sido robada y vendida a la ganadería extensiva, lo que obliga a los ayoreo no contactados a vivir huyendo para escapar de las excavadoras que destruyen su bosque.
Desde la década de 1970, Survival ha trabajado con comunidades ayoreo contactadas para ayudarles a asegurar la titulación de 550.000 hectáreas de su territorio ancestral.
Pero el gobierno sigue permitiendo que empresas ganaderas extranjeras continúen destruyendo el bosque de los ayoreos para dar paso a la ganadería, y es posible que los ayoreos no contactados pronto no tengan un lugar donde vivir.
Desde que dejé el Serengeti he perdido muchas cosas importantes: he perdido el Serengeti, las llanuras, una tierra muy buena para el pastoreo. Me encantaba.
Amo este lugar y no estoy listo para irme, porque es mi hogar. He estado aquí desde que nos reubicaron del Serengeti. Es muy buena tierra con suficiente agua. Es el único lugar donde estoy orgulloso de decirles a mis hijos: aquí está tu legado.
Anciano masái
Masái, Tanzania
Expulsados del Serengeti en 1959 por los colonos británicos, los masáis se enfrentan de nuevo a una violenta represión.
Durante años, el gobierno ha estado tratando de apoderarse de 1500 km² de sus territorios ancestrales y destinarlos a la caza de trofeos, el turismo de élite y la conservación.
Desde el 10 de junio, la situación ha dado un giro dramático: las fuerzas armadas atacaron a los masáis con munición real. Desde entonces, la represión y la intimidación continúan.
Llamamos al bosque 'urihi'. Aquí sembramos, cazamos y pescamos. El urihi trae riqueza: lluvia y salud. Para nosotros, urihi es nuestro gobierno, el verdadero gobierno de los pueblos indígenas, porque Omama (el creador) nos lo dio. Pero los blancos quieren destruirlo solo para ganar dinero...
Urihi, la tierra del bosque solo morirá si la gente blanca la destruye. Entonces los arroyos desaparecerán, la tierra se desmoronará, los árboles se secarán y las piedras de las montañas se romperán con el calor.
Davi Kopenawa
Chamán yanomami, Brasil
Los yanomami, y sus parientes no contactados, se enfrentan a graves amenazas para su supervivencia: más de 20.000 buscadores de oro ilegales han invadido el territorio.
Alentados por las políticas pro-mineras de Bolsonaro, estos invasores están destruyendo el medio ambiente, envenenando los ríos y a los yanomami con mercurio.
El "molongo" no es posible por los límites impuestos por WWF. Si te encuentran allí, te golpearán. Los niños no pueden aprender el conocimiento del bosque porque el bosque ya no está disponible. Los guardaparques nos lo prohíben todo.
Una mujer baka
Baka, Cuenca del Congo
Los bakas han administrado y protegido Messok Dja y otras áreas de la selva tropical de la cuenca del Congo desde tiempos inmemoriales. Son los mejores guardianes de esta zona particularmente rica en biodiversidad. Transmiten el conocimiento sobre su bosque a través del "molongo".
Pero en nombre de la "conservación", los bakas son expulsados de sus territorios ancestrales. Son golpeados, violados, torturados o incluso asesinados si intentan regresar allí para cazar, recolectar plantas medicinales, ir a sus lugares sagrados o educar a sus hijos con las habilidades y conocimientos de las generaciones anteriores durante el "molongo".
La relación de los Baka con el bosque es fundamental para su forma de vida y su identidad como pueblo. Nos dicen que no pueden sobrevivir sin él.
El sistema de creencias de los jenu kurubas se centra en su conexión con el bosque, su flora y fauna, y los dioses que viven allí. Son expertos en su entorno, tienen 25 nombres para diferentes partes del bosque. Recolectan medicinas, miel, frutas, verduras, tubérculos, así como paja y bambú necesarios para construir sus casas.
Sin embargo, los jenu kurubas son expulsados de sus territorios ancestrales, prohibiéndoles regresar en nombre de la "conservación" de la naturaleza. Los conservacionistas afirman que es para proteger a los tigres. Es falso.
No es casualidad que Nagarhole, donde los jenu kurubas han mantenido y protegido su bosque durante generaciones, tenga la segunda mayor concentración de tigres de todo el país.